jueves, 7 de julio de 2011

Cuernavaca to El Oro

In retelling an anecdote, my father recently reminded me when one decides to go white-water rafting and actually encounters the rough waves of the river, it is important to remember that the thrill of experiencing white-water is exactly why you are there. The same goes for the experience of driving a ’72 VW Thing across the wide spans of Mexico; when engine (suspension, electrical, etc.) concerns arise and the trip is sidetracked for a number of days in one city or another, it is important to remember that this is exactly why we came. As friends and family in the States celebrated the 4th of July with fireworks, cookouts, and parades, I confronted my “white-water” moment of the trip. That morning I awoke with the full pressure of lower back pain that had been developing over the weekend. Stretching exercises as explained by my brother, massaging of pressure points on my hand as detailed by my mom, and then magnets placed on my back by my mother-in-law – along with muscle relaxants and painkillers – helped make the day more bearable. Meanwhile, Plinio set out to find replacement parts for the turn signal piece to mount to the steering wheel column.

Contándome una anécdota, mi padre recientemente me comentó cuando una persona decide salirse a los rápidos en un kayak o balsa, y de repente se encuentran con los aguas rápidas del río, es importante pensar que la adrenalina de sentir los rápidos es precisamente porque anda uno allí. Esta misma lección sirve para la aventura de intentar llevar un VW Safari del ’72 por todo el territorio de México; cuando surgen situaciones con el motor (suspensión, sistema eléctrico, etc.) y el viaje se detiene en una ciudad u otra por algunos días, es importante recordar que todas estas situaciones son parte del porque decidimos hacer esto. Mientras mis amigos y familiares en los Estados Unidos celebraron el 4 de julio con cohetes, días del campo y desfiles, enfrente mi propio momento de “rápidos inesperados” del viaje. Esta mañana me desperté con un dolor espantoso de la espalda que ya tenía un par de días desarrollándose. Mi hermano me dio unos ejercicios para la espalda, mi madre me indicó puntos de presión significativos en la reflexología, y mi suegra me dio imanes para poner en mi espalda. Todo esto, junto con unos relajantes musculares y pastillas para el dolor, me hicieron el día más soportable. Mientras, Plinio salió para buscar refacciones para la palanca de los direccionales.

Somehow throughout the day, the plan of solely working with the turn signals turned into a balancing and aligning the front tires, review of front tire bearings, change of steering shock, change of gas filter, and calibrating of front brakes. Plinio and Roberto worked arduously throughout the day, despite my exclamations of surprise when I walked out and saw the gas tank and other random pieces spread out on the ground. Yet, following an intense day of work to ensure we would be able to depart Cuernavaca on Tuesday, the battery had lost its charge by late afternoon and they needed to jump the car in order to get it started. After letting Sr. Calabaza run for quite some time, in an attempt to charge the battery, they eventually turned it off and when they turned the key once again...nothing happened.  There was nothing else to be done that evening, so instead we gratefully accepted an invitation to meet up with close friends. I continued with painkillers throughout the evening, and slept with one magnet strapped to my back and another to my foot.


No se en que parte del día el plan de solamente trabajar en los direccionales creció a incluir la  alineación de las llantas delanteras, revisión de los baleros delanteros, cambio de amortiguador de dirección, cambio del filtro de gasolina, y a calibrar los frenos delanteros. Plinio y Roberto trabajaron todo el día a pesar de mis exclamaciones al ver el tanque de gasolina, y varias otras partes, en el piso. Sin embargo, después de un día intensivo de trabajo para asegurar que pudiéramos salirnos de Cuernavaca ya para el martes, la batería había perdido su carga y en la tarde tuvieron que conectarla a otra para arrancar el coche. Después de dejar el motor del Sr. Calabaza andando por un buen rato, para ver si pudieron cargar la batería, lo apagaron y cuando intentaron prenderlo otra vez  - nada – no arrancó.  Ya no había nada más que hacer este día, entonces decidimos aceptar la invitación de reunirnos con unos amigos. Yo sigue con las pastillas contra el dolor de espalda, y por noche dormí con un imán pegado a la espalda y otro a mi pie.


The next day, the painkillers, pressure points or magnets had worked their magic as I was able to walk and sit much more comfortably than the day before. Plinio managed to get a jump for Sr. Calabaza so that he could drive over to an electrician’s shop where they tested the battery. On this occasion, they determined it would be worthwhile to invest in a new battery as the former one was not holding a charge very well. Problem solved.


Ya para el otro día, tanto los pastillas como las puntas de presión o los imanes habían funcionado  porque ya podía caminar y sentarme en posiciones más cómodas que al día anterior. Plinio pudo arrancar al Sr. Calabaza, con ayuda de la batería de la camioneta, y se fue al taller del eléctrico donde probaron la pila. Tomaron la decisión que valdría la pena comprar una batería nueva dado que la anterior no mantenía la carga. Otro problema resuelto.


Back at home, our packs were ready and, after a final blessing from Plinio’s mom and Roberto, we climbed into Sr. Calabaza and headed for la libre to take us from Cuernavaca, up the steep hill to Huitzilac, over to the Lagunas of Zempoala, down through La Marquesa and toward Toluca.  Sr. Calabaza had a difficult time with the climb up to Huitzilac and, prior to continuing up into the mountains that would lead us to Zempoala, Plinio pulled over to review the timing just as a light drizzle began to fall. Satisfied with the results, he hopped back in and we were on our way. However, just about by the spot where we had stopped only days here for quesadillas and café de la olla, he pulled over again to call the mechanic back in Cuernavaca as he had some lingering questions concerning apparent loss of pressure. Convinced everything was on track, we continued on our way and began to scale the mountain pass through the tall pines.



For a third time, and after crawling up the mountain principally in first and second gear, Plinio pulled over once more and told me, “I think we may have to go back.” Yet, with a few more adjustments to the timing Sr. Calabaza responded to the challenge and continued on, this time easing up the pass in third gear.  Thankful, we made a quick stop by the entrance to the Lagunas of Zempoala and sailed over the pass on our way to the pot hole riddled roads of Santa Martha and Xalatlaco that would lead us to La Marquesa and the highway West to Toluca and beyond.



De regreso en la casa, nuestras mochilas estaban preparadas y posterior a una última bendición de la mamá de Plinio y su esposo, Roberto, subimos al Sr. Calabaza y dirigimos hacía la carretera libre que nos llevaría de Cuernavaca, por el camino empinado a Huitzilac, pasando por las Lagunas de Zempoala, por La Marquesa y en dirección a Toluca. Sr. Calabaza luchó un poco con la subida a Huitzilac y, antes de continuar subiéndonos por las montañas que nos llevarían a Zempoala, Plinio se paró a revisar el tiempo del Sr. Calabaza justo en el momento que empezó a lloviznar.  Satisfecho con los resultados, subió al coche otra vez y seguimos. Sin embargo, en casi el mismo punto donde solo unos días antes nos habíamos parado a las quekas y el café de olla, se paró otra vez para hablarle al mecánico con unas preguntas referentes a un aparente perdida de presión. Ya convencido que todo iba bien, seguimos y empezamos a subir el paseo por la montaña entre los pinos altos. Ya por tercera vez, y después de haber pasado un tiempo subiendo a un ritmo muy despacio en o primera o segunda, Plinio se paró nuevamente y esta vez me comentó, “Creo que vamos a tener que regresar.”  Sin embargo con un par de ajustes más al tiempo, respondió el Sr. Calabaza al reto y siguió, esta vez ya en tercera para pasar las cumbres.
Lagunas de Zempoala

Muy agradecidos, nos detuvimos por un momento cerca de la entrada a las Lagunas de Zempoala y fuimos a buen ritmo, acercándonos al camino lleno de baches entre Santa Martha y Jalatlaco que nos llevaría a La Marquesa y a la carretera hacia el Oeste a Toluca y más allá.


Our final challenge was a torrential rainstorm that was drenching the valleys around La Marquesa just about the time we waddled through with Sr. Calabaza. Yet, we persisted. We sailed by the familiar stands we had passed just days before and met up with highway stretching between Mexico City and Toluca. On the outskirts of Toluca, we veered onto the relatively new highway that loops around the northeastern side of the city, eventually meeting back up with Highway 55 heading north to Atlacomulco. Behind us, dark clouds hovered over the mountains we had just crossed. 

Nuestro último reto fue un aguacero que nos alcanzó en los valles de La Marquesa. Pero, seguimos. Pasamos los puestos conocidos que habíamos visto solo unos días antes y llegamos al entronque con la autopista entre la Cd. de México y Toluca. En las afueras de Toluca, subimos al relativamente nuevo periférico que da vuelta al lado noreste de la ciudad, y eventualmente se une con carretera 55 hacía Atlacomulco al norte. Atrás de nosotros, nubes oscuras cubrieron las montañas que acabamos de pasar.

In Atlacomulco, we turned West on highway 126 and began to make our way to the small town of El Oro, in Mexico State. The rain had eased up along the route, yet we could see streaks of lightning up ahead. El Oro, now considered an “Enchanted Pueblo” was a thriving gold mining town in the 18th and 19th centuries and sits in the northwestern corner of Mexico state, just next to the state line with Michoacan. It was also Plinio’s home for nearly 10 years.  With high spirits and wet socks, we made it to El Oro and parked near our friend Martin’s home. He and his girlfriend, Lizeth, who had lived in Puerto Peñasco for a number of years, had moved back to El Oro approximately a year ago and our reunion was heartwarming.


Following hot coffee and conversation, we made our way to the famous “Gorditas” hole-in-the-wall eatery. Sr. Calabaza had successfully made it over the tallest passes we would encounter on our drive home, and we were safe, warm, and dry in El Oro.

En Atlacomulco, subimos a la carretera 126 hacía el Oeste y empezamos a acercarnos al pueblo de El Oro, Edo. de México. La lluvia se había parado en el camino, aunque pudimos ver rayos de relámpagos enfrente de nosotros. El Oro, que ahora se considera un “Pueblo de Encanto” en su época fue un pueblo minero exitoso, principalmente durante los siglos 18 y 19, y se encuentra en la esquina noroeste del Estado de México, muy cerca al Estado de Michoacan.  También fue el hogar de Plinio durante casi 10 años.  Ya con los espíritus elevados pero los calcetines mojados, llegamos a El Oro y nos estacionamos cerca de la casa de nuestro amigo Martin. Martin y su novia, Lizeth, habían vivido en Puerto Peñasco durante varios años y se mudaron a El Oro aproximadamente hace un año; nuestra reunión fue reconfortante.  Después de tomar café caliente y conversar, nos dirigimos todos a las famosas “gorditas” cerca del centro. Sr. Calabaza había pasado con éxito las cumbres más altas que íbamos a encontrar en nuestro viaje, y ya estábamos seguros, secos, y calientitos en El Oro.


3 comentarios:

  1. Hurrah for Sr. Calabaza who has the strength of all the majical stories coming from the legends of MX. Plus, all of this mechanical vocabulary known by those you've met, Al of S.D., and the majical touch of Plinio!!! Climbing any pass takes extra determination, especially if most of your life has been in Cancún!!! Always helps for passengers to lean forward!! Hurrah once more!

    What a treat to have been in Toluca for a 'school reunion' and then to be with Martin and Lizeth for another reunion!!!

    Sr. Calabaza is running well with his new battery and hurrah, your 'batteries' are re-charged as you experience yet another mile or 2,000 on your way north.

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  2. Qué bueno estar con buenos amigos. Hurrah for White Water...gets you wet as well as providing thrills, doesn't it? 'rents

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  3. Disfruto tanto los relatos, Sammy tienes una habilidad de sumergirnos en la historia y también como ustedes salir airoso.
    Experimentando también cierta angustia en las averías que se corrigen por arte de magia para continuar el recorrido.
    Felicidades

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