viernes, 24 de junio de 2011

Cumbres de Maltrata: Cordoba to Cuernavaca

Highway 150 from Córdoba, Veracruz passes by the town of Orizaba located at the base of the Pico de Orizaba, which reaches up to 5,610 meters (just over 18,400 feet) and is the tallest mountain in Mexico. As we began our day we could see the Pico topped with mist from our hotel room, and though the day was clear there were clouds rolling into the high mountain passes that stood between us and the state of Puebla. We stopped for breakfast under the portales in Cordoba (arches) once more and hopped into the tourism office located conveniently within City Hall. One last stop to admire a wide selection of regional coffee, and we were back on the road with Sr. Calabaza whose timing seemed to have adjusted to the altitude quite well.

La carretera No. 150 desde Córdoba, Veracruz pasa en frente de la ciudad de Orizaba ubicada al pie del Pico que lleva el mismo nombre, que tiene 5,610 metros de altura y es la montaña más alta en México. Empezando el día en Córdoba, pudimos ver el Pico cubierto con niebla desde nuestro hotel, y aunque el día era despejado había nubes formándose sobre las montañas frente a nosotros que nos separaban del Estado de Puebla. Desayunamos en los portales nuevamente y pasamos a la oficina de turismo que se encuentre dentro del Palacio Municipal. Ya con una última parada para admirar la variedad de cafés de la región, subimos nuevamente al Sr. Calabaza; y por cierto parecía que los problemas con su tiempo se había ajustado bien al cambio de altitud.

We planned to make it to Cuernavaca that day, Plinio’s hometown, and debated whether or not we would take a side trip into the beautiful city center of Puebla to see the amazing talavera tiles or taste the exquisite mole (pronounced mole-lay) for which the area is famous. We were excited to know we would be in Cuernavaca, the City of Eternal Spring, by that evening and pleased that Sr. Calabaza was faring well with the turns and dips in the road. Yet, as we climbed past Orizaba through the Rio Blanco Canyon National Park, Sr. Calabaza suddenly began to jostle as we wound around a right-hand curve. Plinio had just enough room to pull over on the shoulder to see what was wrong. He tightened some pieces on both front tires before we eased back onto the road, being careful to watch for traffic winding slowly up the mountain pass. Before we took off, I happened to look over to my right and saw three small crosses placed on the side of the road. This spot already had a history.


Planeamos llegar hasta Cuernavaca este día, de donde es Plinio, y platicamos sobre si deberíamos pararnos o no en el centro de la hermosa ciudad de Puebla para ver azulejos de talavera o disfrutar de un platillo del mole exquisito que provenía de allí. Nos emocionábamos al saber que estaríamos en Cuernavaca, la Ciudad de la Eterna Primavera, por la tarde y nos dio gusto ver que Sr. Calabaza iba bien subiendo por el camino sinuoso. Sin embargo, después de pasar la ciudad de Orizaba, íbamos subiendo por el Parque Nacional Cañon del Rio Blanco (o sea Cumbres de Maltrata) cuando de repente Sr. Calabaza empezó a temblar en la parte de enfrente justo en el momento que íbamos por una curva hacía la derecha. Plinio apenas tuvo el espacio suficiente en el acotamiento para parar e inspeccionar que había pasado. Ajustó unas piezas de las llantas delanteras antes de que regresáramos con mucho cuidado al camino. Antes de empezar nuevamente, miré hacia la derecha y pude ver tres cruces allí al lado de la carretera. Este lugar ya tenía su historia.

Moving back slowly onto the highway, we felt Sr. Calabaza’s front end shake once more and found another place to pull off – on a straighter, larger shoulder than the one before. As Plinio got out to examine the situation, I opened the glove box to offer a short prayer to the image of our Virgin of Guadalupe we had tucked away in there – as well as to St. Cecilia and St. Rocco back in Chicago (our niece and nephew).




Suddenly, two mechanics drove up and parked in front of us. It is worth noting that along this particular stretch of road there were numerous mechanics cruising up and down the highway looking for anyone who may need assistance; Julio and Javier had shown up just in time. We later saw members from the “Green Angels” group, which is a federal tourist assistance service to help drivers with car problems along many of the country’s highways. Julio and Javier, donning black t-shirts and caked in grease, told us they were known as the “Black Angels.”


Estando nuevamente en la carretera pudimos sentir que la parte delantera del Sr. Calabaza empezó a agitarse otra vez y encontramos otro lugar para pararnos, que era un poco más estrecho y recto a lo anterior. Plinio salió a examinar la situación y yo abrí la guantera para ofrecer una pequeña oración a la imagen de la Virgen de Guadalupe que teníamos allí – así como a Santa Cecilia y a San Rocco en Chicago (mis sobrinos). De repente se pararon dos mecánicos  y se estacionaron en frente de nosotros. Cabe mencionar que había varios mecánicos paseando por esta parte de la carretera, en busca de personas que requerían ayuda; Julio y Javier habían llegado justo a tiempo. Más adelante encontramos a los “Ángeles Verdes”, que es un servicio de ayuda federal que proporciona asistencia a la gente con problemas con sus vehículos por las varias carreteras del país. Julio y Javier, que llevaban camisetas negras y quienes estaban cubiertos en grasa y aceite, nos informaron que se conocen como los “Ángeles Negros.”

Once Julio, Javier, and Plinio examined Sr. Calabaza a bit more they determined his left-front tire bearing had had it. They swiftly removed the tire, and the broken bearing, and the Black Angels set out to get a new one. About an hour later, after we had been passed by numerous trucks, commercial buses, and a few military convoys, Julio and Javier returned and quickly set about getting Sr. Calabaza road worthy once more. Meanwhile, I worked to get caught up on some work from back home, plus as a way to keep my mind off of the storm clouds moving our way.

En cuanto Julio, Javier, y Plinio habían examinado el Sr. Calabaza otro poquito, determinaron que había fallado un balero de enfrente. Quitaron la llanta rápidamente, y el balero, y los Ángeles Negros salieron en busca de refacciones. Como una hora después, ya que nos habían pasado un gran cantidad de camiones, autobuses, y unos cuantos vehículos militares, regresaron Julio y Javier y se pusieron a cambiar el balero para que Sr. Calabaza pudiera regresar al camino de nuevo. Mientras, yo me dedique a terminar unos trabajos pendientes en la compu, y también para desviar mi atención de las nubes oscuras que venían hacía nosotros.  




Once the tire was back on, Julio and Javier said they would follow us up the highway for a bit to see how we were faring. We did well for about 2 minutes until once again Sr. Calabaza’s front end went into a rendition of the twist. We pulled off once more, just before the road continued climbing up around a left-hand turn. After further inspection, the Black Angels and Plinio realized the joint (rótula) on the left-hand tire was loose. As they put all efforts into tightening the joint, heavy raindrops began to fall and we all sought solace within our respective vehicles for a few minutes.


Ya con la llanta puesta de nuevo, Julio y Javier nos dijeron que irían atrás de nosotros por un tiempo para ver como avanzábamos. Íbamos bien por unos 2 minutos hasta que de repente la parte delantera del Sr. Calabaza empezó a demostrar su versión del baile Twist. Nos paramos nuevamente, justo antes de una curva que seguía subiendo la montaña a la izquierda. Con más inspección, los Ángeles Negros y Plinio se dieron cuenta que la rótula de la llanta delantera del lado del chofer estaba floja. Estaban concentrándose en apretarla cuando empezaron a caer gotas pesadas de lluvia y todos buscamos el confort dentro de nuestros vehículos respectivos por unos cuantos minutos.

Once the rain stopped, the Black Angels and Plinio were able to tighten the joint and once again Julio and Javier followed us as we eased our way back onto the highway. Sr. Calabaza’s shake was gone. We cautiously moved on around the first bend, then another, and another. With no airbags to speak of, I placed the large duffel carrying Sr. Calabaza’s cover on my lap as a type of reassurance. What this would actually do, I had no idea, but it seemed like a good pillow for the time being.

Cuando se paró la lluvia, los Ángeles Negros y Plinio ya pudieron apretar la rótula y por segunda vez Julio y Javier nos siguieron muy despacio al subirnos a la carretera de nuevo. Ya no temblaba el Sr. Calabaza, e íbamos con mucho cuidado pasando la primera curva, y luego otra, y otra. Como el Sr. Calabaza no cuenta con bolsas de aire, puse la bolsa que llevaba la cubierta del Sr. Calabaza en mis piernas como algún tipo de elemento de seguridad. Realmente no tenía idea en que me pudiera ayudar esta bolsa, pero me pareció buena almohada en el momento.

Julio y Javier nos siguieron por unos minutos, y después se pararon a ayudar a una pick-up con un remolque tipo recreacional (RV) con placas de Tejas. Pasando unos minutos pudimos verlos nuevamente atrás de nosotros al acercarnos al pueblo de Esperanza, en el Estado de Puebla. Allí ellos se pararon a ayudar a un Nissan al lado de la carretera, y así fue nuestra última visión de los Ángeles Negros.



Los Angeles Negros

Julio and Javier were behind us for a few minutes, and then stopped briefly to help a pick-up and RV with Texas plates. We soon spotted them behind us once more as we made our way to Esperanza (Hope) in the state of Puebla, where they turned off again to help a stranded Nissan on the side of the road; that was our last glimpse of the Black Angels.


Por el momento Sr. Calabaza dejó de vibrar y manejamos por la ciudad de Puebla, ya tomando la decisión mutua de no pararnos a probar el mole, y seguimos por una carretera relativamente nueva hacía Atlixco.







La carretera pasaba al lado del famoso volcán Popocatepetl (el Popo) y seguía hacía el Estado de Morelos. Ya casi llegábamos!  En Cuautla, nos paramos en una vulcanizadora para darle una revisión al Sr. Calabaza, ajustar los frenos que estaban apretados y a ponerle aceite a los diferenciales. Continuamos, pasando por Yautepec y el Cañon de Lobos y por las afueras de la ciudad del lado Oriente. Llegamos en frente del portón de la casa de mis adorados suegros justo en el momento que desapareció el sol y antes de que empezara la lluvia, y nos esperaban unos riquísimos chiles rellenos preparados por Roberto. Nosotros, junto con el Sr. Calabaza, habíamos llegado a la Ciudad de la Eterna Primavera!!


Sr. Calabaza’s shakes seemed to have been healed for the time being and we managed to drive around the city of Puebla, both agreeing to  not stop for mole, and onto the relatively new toll highway toward Atlixco. The road wound around the left-side of Mexico’s famed volcano Popocatepetl (Popo) and down into the State of Morelos. We were almost there!  In Cuautla, Sr. Calabaza stopped for another quick check of things – review of brake pads which were tight and a look at the oil within the rear differentials - before we continued on the freeway through Yautepec and the Cañon de Lobos (Wolves Canyon) and into the sprawling outskirts of Cuernavaca. We drove up to the front gate at my in-laws as the sun disappeared and just before the heavy rains began to fall; there we were met with delicious plates of chiles rellenos prepared by Roberto. We, along with Sr. Calabaza, had made it to the City of Eternal Spring!


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