The Safari Master, or Sensei, is actually a name we have bestowed upon Marcos of VW Safaris Guadalajara. When we drove up to the Master’s den in Zapopan, Marcos eagerly greeted us and immediately knew it had been us that had called one day before from Celaya. He was on his small motorcycle and racing off to buy parts for some of the other vehicles he had lined up for the day, but he jumped off his bike, greeted us and told us we had made it to the right spot. He proudly stated he has owned 50 VW Safaris at one time or another and worked to restore, repair, and reinvigorate others. He hopped back on his bike and told us he’d be right back. In the meantime, we peaked behind the discreet pale blue doors of his shop and saw a whole team of mechanics at work on Volkswagens of all sizes and models. Doors and hoods from retired VW Safaris and vochitos (Bugs) adorned the brick walls while a cow skull (NM style) decorated the far back of the shop. There, just near the back, there was a freshly painted light baby-blue family member of Sr. Calabaza. Next to this, covered by a large tarp, was Marcos’ own orange VW Safari, patiently waiting for Marcos to have some free time in order to become whole again.
In front of the light-blue Safari there was an impeccable VW bus complete with a hula-dancer on the dashboard, a lei hanging from the rearview mirror, a half-naked fireman clutching the antenna, and colorful stickers on the windows. We had definitely come to the right place.
El Gran Maestro de los Safaris, o sea el Sensei, de hecho es un nombre que tenemos para Marcos de VW Safaris Guadalajara. Cuando llegamos al recinto del Sensei en Zapopan, Marcos nos recibió con gran alegría y al ver llegar el Sr. Calabaza inmediatamente supo que éramos nosotros que lo habíamos contactado un día antes por teléfono desde Celaya. Estaba montado en su moto e iba de salida para comprar unas refacciones para uno de los cuantos vehículos que estaba atendiendo este día, pero se bajó de la moto, nos dio la bienvenida y nos aseguró que habíamos llegado al lugar indicado. Nos comentó con mucho orgullo de los 50 Safaris que él había tenido en algún momento u otro, y de los otros Safaris que había o reparado, restaurado, o a los cuales había dado nueva vida. Subió nuevamente a su moto y nos dijo que ahorita regresara. Mientras, echamos un vistazo detrás de las puertas azules discretas de su taller y vimos todo un equipo de mecánicos trabajando en Volkswagens de varios tipos y modelos. Había puertas y cofres de diferentes Safaris y vochitos ya jubilados adornando los muros de tabique, y una calavera de vaca (estilo Nuevo México) decorando el fondo del taller. Allí, cerca de la calavera, había un Safari recién pintado color azul cielo y al lado de este, cubierto con una lona, estaba el Safari anaranjado de Marcos (un primo del Sr. Calabaza), esperando con mucha paciencia que Marcos tuviera tiempo para terminar de arreglarlo.
En frente del Safari azul había una combi impecable de la VW, y tenía hasta su bailarín de hula hula en el tablero, una guirnalda de flores hawaianas colgada en su retrovisor, un bombero de plástico medio desnudo agarrando la antena, y calcomanías coloridas en las ventanas. Definitivamente habíamos llegado al lugar correcto.
When Marcos returned, we were amazed to see how quickly cars came and went for seemingly minor details as we waited our turn. With mechanics working full speed on three other cars parked inside the shop, Marcos turned to us and said “Ahora siiiiiii, Safari” (Your turn now Safari)! Plinio drove Sr. Calabaza up into the Sensei’s den and from that point on it was just about all hands on deck. Seeing that both Sr. Calabaza and Plinio were in good hands, I set out to see the neighborhood. Just next door there was a homeopathic shop, where I picked up some type of Aloe liquid reported to be good for indigestion (rough trip, y’know). On the corner I walked into a small bakery, which displayed rows of tempting delights. I selected a treat, some coffee, and sat down to work.
En cuanto regresó Marcos, nos sorprendió ver que tan rápidamente sacaban los coches que entraban y salían del taller mientras los mecánicos trabajaron en diferentes detalles en otros carros y esperábamos nuestro turno. Con los mecánicos trabajando en otros tres vehículos en frente de nosotros, ya estacionados en el taller, Marcos volteó y nos dijo “Ahora siiiiiiiiiiiii Safari!” Plinio subió el Sr. Calabaza al recinto del Sensei y de allí en adelante parecía que ya era el momento en que todo el mundo trabajaría en él.
Viendo que tanto Sr. Calabaza como Plinio ya se encontraban en buenas manos, fui a dar una vuelta. Al lado del taller había una tiendita homeopática donde compré un tipo de tratamiento basado en sábila para la indigestión (pues ya había sido un viaje medio complicado, no?). En la esquina entré a una panadería que contenía varias repisas repletas con sus deliciosos panes. Opté por un panecito (bola de queso), un poco de café, y me senté en una mesita a trabajar.
By the time I got back to the Safari Master’s den, Sr. Calabaza’s back tires were off as the team worked on both rear brakes. Being Saturday, and as we hadn’t had issues with the front braking system, the entire team was set on getting the work done as quickly, and efficiently, as possible. The began by cleaning parts – bearings and brake pads – and taking apart the original cylinders of the Safari. They adapted new VW sedan type cylinders to the brake plates. They adjusted the brake pads and installed new springs within them, particularly as Marcos remarked “you’ve got chile, mole, and ground beef” (or rather, a variety). They modified the mechanism on the emergency brake (our savior) to ensure it would work correctly. Finally, the mounted the tire drums and tightened the final screws, making sure the safety locking wires were in place. Although it was almost 3 in the afternoon on a Saturday, the entire team along with Marcos and some friends were excited to have helped us continue our journey. Part of the excitement came from the fact we were crossing the entre Mexican republic in a ’72 VW Safari. Finally, with a few cold beers to go around, we said our goodbyes with a souvenir photo of the Safari Guadalajara crew with Sr. Calabaza.
Just before we left, Marcos gave us Safari stickers, one of which was added to our growing “good luck altar” in the glove box (which now consists of 3 golf balls, the image of the Virgin of Guadalupe, a pendant of San Benito given to us by Xochitl, an orange bandana, and now a Safari sticker). THANK YOU SENSEI!!!! OS!!
Just before we left, Marcos gave us Safari stickers, one of which was added to our growing “good luck altar” in the glove box (which now consists of 3 golf balls, the image of the Virgin of Guadalupe, a pendant of San Benito given to us by Xochitl, an orange bandana, and now a Safari sticker). THANK YOU SENSEI!!!! OS!!
Ya cuando regresé, las llantas traseras del Sr. Calabaza estaban en el piso mientras todo el equipo se dedicaba a corregir los frenos. Ya siendo sábado, y también porque hasta el momento no habíamos tenido más problemas con los frenos delanteros, todo el equipo del Sensei se enfocó en terminar el trabajo de los frenos traseros cuanto antes, y en una manera eficaz. Empezaron limpiando todas las piezas – balatas, resortes – y desmontando los cilindros originales del Safari. Adaptaron cilindros nuevos de VW sedán al plato de los frenos. Ajustaron las balatas e instalaron nuevos resortes entre ellas, sobre todo porque Marcos nos decía que teníamos “chile, mole, y picadillo” como resortes (o sea una variedad). Modificaron los herrajes para asegurarse de que el freno de mano (nuestro salvador) funcionara correctamente. Finalmente, montaron los tambores y apretaron las tuercas asegurándose que tuvieran su chaveta. A pesar de que casi eran las 3 de la tarde (del sábado), todo el equipo de trabajo, así como Marcos, y unos cuantos amigos, estaban emocionados de habernos ayudado a continuar nuestro viaje. Parte de la emoción fue por el hecho de que veníamos recorriendo toda la república en un VW Safari ’72. Por último, y con unas cervecitas frías, de despedida tomamos la foto de recuerdo del equipo Safari Guadalajara y el Sr. Calabaza. Antes de salir, Marcos nos dio unas calcomanías de Safari, uno de los cuales agregamos al creciente “altar de la buena suerte” en la guantera que ahora consiste en 3 pelotas de golf, la imagen de la Virgen de Guadalupe, una medalla de San Benito que nos regaló Xochitl, un paliacate anaranjado, y ahora nuestra calcomanía del Safari). GRACIAS SENSEI!!!! OS!
After we bid our goodbye to the Safari Master and his team, we tried out the new brake system with a quick trip through the amazingly beautiful center of Guadalajara. We drove past the large Cathedral from where we could see the Governmental Palace, we inched past the spacious Tapatía plaza (people from Guadalajara are often referred to as “tapatíos”) and admired the tall columns of the Degollado Theater. Around the center of town, as well as throughout the city, various billboards announced the coming Panamerican games to be held in Guadalajara later this year.
Nos despedimos del equipo maravilloso de los Safari, y probamos el nuevo sistema de frenos con una vuelta al centro increíblemente hermoso de Guadalajara. Pasamos al lado de la monumental Catedral de Guadalajara desde donde pudimos ver el Palacio del Gobierno, seguimos por la amplia Plaza Tapatía, y admiramos las columnas altas del Teatro Degollado.
Puente nuevo - Matuto Remus - Guadalajara, Jalisco |
En el centro, así como en diferentes partes de la ciudad, había grandes letreros anunciando los próximos juegos panamericanos que se llevarán a cabo en Guadalajara este año.
Paisaje Agavero - Agave Landscape |
Our visit to downtown Guadalajara on this occasion was brief, as we had our sights set on making it at least to Tequila, Jalisco for the evening. On the map, Tequila is only 60 kms. (about 40 miles) from Guadalajara on the toll highway, which is the route we selected. As the Tequila Volcano came into view, we rushed past fields revealing straight lines of agave, which is the highly venerated plant known to tequila connoisseurs, and to which my girlfriends and I owe a great deal of gratitude when toasting a tasty margarita.
There, around kilometer 16 on Highway No. 15, a peculiar type of squeak coming from the front right wheel began to grow louder. We stopped and Plinio got under Sr. Calabaza to find the right front brake was too tight; this was quickly adjusted and we made our way to the exit and down into the Pueblo Mágico of Tequila, which is also part of the broader agave landscape that was recognized as a UNESCO World Heritage Site in 2006.
Nuestra visita al centro de Guadalajara en esta ocasión fue breve, debido a que queríamos llegar por lo menos al pueblo de Tequila, Jalisco para pasar la noche. En el mapa, Tequila se encuentra solo a unos 60 kilómetros de Guadalajara por la autopista. Ya con el Volcán de Tequila a la vista, pasamos por campos llenos de agave, lo cual es la planta venerada por los conocedores de tequila, y a la cual mis mejoras amigas y yo debemos mucha gratitud cuando brindamos con nuestras margaritas. Allí, alrededor del kilómetro 16 por la autopista No. 15 empezó a aumentar un rechinito de la llanta delantera del lado del pasajero. Nos paramos y Plinio se puso a revisar el coche, instalándose debajo del Safari para poner el gato y una torre de seguridad, descubrió que los frenos delanteros estaban muy apretados por la lluvia del día anterior, por no traer los frenos de atrás, etc. Solo había que aflojarlos un poco. Los ajustó rápidamente y seguimos el camino a la salida que nos llevó al Pueblo Mágico de Tequila, lo cual es parte del gran paisaje agavero nombrado como patrimonio de la humanidad por UNESCO en 2006.
Santiago Apostal - Tequila, Jalisco |
Ya que encontramos un hotel cerca de la plaza central, caminamos por las calles empedradas y al restaurante Cholula ubicado en frente del impresionante patio y restaurante del “Mundo Cuervo.” Aunque solamente habíamos manejado 60 kilómetros en el día, ya contábamos con un nuevo sistema de frenos traseros y estábamos muy contentos con los platillos deliciosos que ofrecían algunos sabores tradicionales de México: Sopa Azteca y diferentes tipos de arrachera combinados con queso fresco, crema de tequila, chiles torreados, etc. Hmmmm. Mientras cenábamos, empezó a caer un mini-aguacero (digo, en comparación a otros que habíamos vivido en el viaje). En esta ocasión nos tocó estar cómodamente sentados en un restaurante, y secos. De regreso al hotel, paseamos por las calles de Tequila que brillaban con la reflexión de los charcos de agua. Caminamos entre familias y parejas de jóvenes enamorados que habían salido a disfrutar del aire fresco después de la lluvia.
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