miércoles, 25 de mayo de 2011

Meeting Señor Calabaza

One midnight flight from Phoenix, sunrise in Atlanta, change flights, and you’re in Cancun before noon. 
Un vuelo de media noche desde Phoenix, amaneciendo en Atlanta, y ya para medio día del otro día te encuentras en Cancún. 
We made our way down to collect our bags, one that was checked and paid for and the other voluntarily gate checked (great travel tip – have a carry on and hope for voluntary no charge gate check – it has worked for me now three times).  After gathering our bags we headed to our separate immigration lines, through customs, and out into a small wave of time-share, beach information, taxi service touting folk.
Bajamos del avión y fuimos por el equipaje, una mochila que habíamos pagado para ir abajo y la otra que de forma voluntaria ya antes de subir les habíamos dado para la parte de abajo (Buena recomendación al viajar en Estados Unidos – trate de tener una maleta para llevar abordo con la esperanza de que pidan voluntarios para subir las maletas abajo gratis – me ha funcionado ya tres veces).  Después de recoger nuestro equipaje, nos dirijimos a nuestras líneas separadas de inmigración (es lo mas recomendado),  pasamos por la aduana y salimos a una ola chica de individuos representando a los famosos tiempos compartidos, hoteles playeros, y por supuesto los taxistas.
We had flown into the smaller international side of the Cancun airport, and could see the airtower, with a large Corona bottle painted down the side. A few steps away, Plinio’s cousin Pablo awaited (not in the Safari yet) to sweep us off along the drive through the posh hotel zone spread along the unbelievably fine white sandy beaches and always breathtaking clear turquoise waters of the Caribbean.  The humidity was also one of those things you couldn’t miss, not the sweltering "I can’t believe I just took a shower and then find myself bathed in sweat again" humidity, but rather the “oh, I wonder what’s going to happen to my curly hair and I hope this cleans out my pores” humidity. We stopped near a public beach access point and walked down to the beach, where I stripped off my sandals, rolled up my jeans and sank my toes into the soft cool sand.

Habíamos llegado a la parte chica de los vuelos internacionales en Cancún y pudimos apreciar la torre de control aéreo que llevaba pintado en el cuerpo de la columna un gran botella de Corona. Nuestro primo nos esperaba (no, todavia no presentamos al Safari a la historia) para primero pasearnos por la lujosa zona hotelera al lado de las playas increiblemente con arena increiblemente fina y blanca en color, y que los aguas siempre impactantes del Caribe. La humedad también fue una de esas cosas que no puedes escapar, pero no es la humedad del tipo “no puedo crear que acabo de bañarme y sigo empapado,” sino es del tipo “que va a pasar con mi cabello chino y espero que me ayude a limpiar los poros.” Nos paramos cerca de un punto con acceso público a la playa y caminamos hacía la playa, donde me quite las sandalías, arremangue los jeans y metí los pies en la fresca y blanca arena.
Back in the car we wound our way back into the city, making regular errand stops before heading out on the highway that stretches along the Riviera Maya, which I’m happy to report is a four-lane highway with new bridges spanning certain sections that save time when hopping from beach to beach.  We took an exit ramp in Playa del Carmen, and wound our way around to a popular off the beaten track seafood spot that serves up fish, marlin, crab, and shrimp tacos as well as tostadas and ceviche.  It also had the most amazing habanero salsa that burned off at least one layer of my lips. We eagerly washed this down with micheladas and cheladas.

Regresando al coche, sequimos por la ciudad e hicimos varias paradas para los quehaceres (de Pablo) y luego nos subimos a la carretera que pasa por toda la Riviera Maya, la cual me da gusto reportar es de 4 carriles y con nuevos puentes pasando por algunas secciones que te ahorra tiempo de viaje al brincar de playa a playa. Salimos en Playa del Carmen, y llegamos a un punto bien conocido fuera de la sección túristica que servía mariscos, incluyendo tacos de pescado, marlin, jaiba y camarón, así como tostadas y ceviche.  También ofrecía una salsa maravillosa de habanero que nada mas al probarla me quemé  los labios.  Acompañamos los tacos con micheladas y cheladas. 
 At this point, the late night flight, shrimp tacos, and chelada took their toll and I napped the rest of the way to our final destination, Akumal. Coming into Akumal, we exited first into the town side before going over a bridge that led to the popular beach and nature reserve side, complemented by sprawling beachside homes and condo complexes. There, adorned with a carefully placed cover, just outside the condo-complex where Pablo works, sat the new member of our family, Sr. Calabeza (Mr. Pumpkin). Upon uncovering Sr. Calabaza he launched to life with just the turn of a key – no problema! 


En este punto, después del vuelo de media noche, los tacos de camarón, y la chelada, me eché una siesta hasta llegar a nuestro destino final, Akumal.  Al llegar a Akumal, primero salimos hacía la parte popular del pueblo antes de regresar por un Puente a la zona túristica, con casas inmensas al lado de la playa, complejos de condominios, y la reserva ecológica de la ciudad.
Allí, adornado con una cubierta de coche, justo afuera del complejo de condos donde trabaja nuestro primo Pablo, nos esperaba el nuevo miembro de nuestra familia, el Sr. Calabaza, quien despues de que lo destaparamos, arranco sin ningún problema “al primer llavaso”.

1 comentario:

  1. Presentando por primera vez al "Señor Calabaza" que despertó de su letargo "al primer llavazo" Excelente.

    ¡Felices vacaciones! y ¡Vayan a darse el rol!

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