When looking at a map of Yucatan the road from Merida to Celestún is a clear bold red line passing through various small towns including Ucú, Hunucmá, Tetiz and finally a turn off near Kinchil. The small fishing village of Celestún, which sits in the middle of the Celestún biosphere reserve was our destination for the day. In addition to its calm beaches on the Gulf of Mexico, the Ría at Celestún (like an estuary) is the main courtship area for greater pink flamingos during fall and winter.
Al ver un mapa del Estado de Yucatan, el camino de Mérida a Celestún es marcado como una línea roja fuerte que pasa por los centros de Ucú, Hunucmá, Tetiz y finalmente por un entronque cerca de Kinchil. Celestún, un pueblo pintoresco de pescadores que se encuentra en medio de la reserva de la biosfera Celestún, era nuestro destino del día. Además de sus playas tranquilas en el Golfo de México, la Ría de Celestún (como un estero) es el área principal de cortejo y apareamiento del flamingo rosa durante las épocas del otoño e invierno.
Cynthia joined us and we headed out (along the red line on the map) for another adventure. As Sr. Calabaza’s engine had been sent out, we decided to not run by and see the patient until the next day, meaning we had the whole day to explore. The small towns on the way to Celestún are filled with people on bicycles and interesting tricycle type vehicles and motorbikes, both for personal use or as moto-taxis.
Though their use as taxis is now prohibited in Mérida, these modern “horse drawn” carriages may be seen racing up and down the streets of smaller towns, or gathered outside of a school or market waiting for customers. The road seemed to go on forever, as confirmed by Plinio every time we left a town and saw the next sign for Celestun. He would begrudgingly say, “What, we only went about 5 kms ….again?”
Cynthia nos acompañó y salimos (por la línea roja en el mapa) para otro día de aventuras. Debido a que habían mandado el motor del Sr. Calabaza a rectificación, decidimos no pasar a ver el paciente hasta el otro día, lo cual significaba que teníamos todo el día para explorar. En los pueblos en camino a Celestún las calles se encuentran repletas con gente en bicicletas o un tipo de vehículo interesante de triciclo así como motos, tanto para su uso personal como moto-taxis. Aunque el uso de los moto-taxis ahora está prohibido en Mérida, se puede observar estas “carretas modernas” pasando por todas las calles de las ciudades (o pueblos) más chicas, o reunidas fuera de una escuela o mercado esperando sus próximos clientes. Parecía que el camino duró mucho tiempo, como lo confirmó Plinio cada vez que salíamos de un pueblo y veíamos el próximo letrero para Celestún. No faltaba que nos decía, “Qué, solo fuimos unos 5 kilómetros…otra vez?”
Eventually the vegetation on the side of the road went from intermittent examples of henequen and drier brush to a rich jungle green with palm trees in the distance (henequen - sisal hemp, the fiber of this agave type plant was the original material for hammocks in Yucatan). We drove past the entrance to the Isla Pajaros Ecotourist park and onto a bridge spanning the Ría and into Celestún.
Eventualmente, la vegetación al lado del camino cambio de unos ejemplares de henequén y zacate a los colores verdes de la selva con unas cuantas palmeras en la distancia. cruzamoss la entrada del parque eco turístico Isla Pajaros, pasamos el puente que cruza por la Ría y entramos a Celestún.
Once there, we passed a sign to the main tourist spot offering boat rides up to the flamingo colonies ($720 pesos (about $65 US)/one hour or $1320 pesos (about $120 US)/2 hours per boat), drove into town and parked near the flamingo pink City Hall. In fact, many buildings in the main square were painted pink in honor of the flamingos that flock to the area each year.
De hecho, varios edificios en el centro asi como los troncos de palmeras en los camellones, estaban pintados del color rosa en honor a los flamingos que año tras año llegan a este lugar.
Llegando allí, vimos un letrero que indicaba el parador turístico que ofrecía viajes en lancha al área de los flamingos por $720 pesos/una hora o $1320 pesos/2 horas por lancha. Seguimos hasta llegar al centro y nos estacionamos cerca del Ayuntamiento pintado de rosa flamingo.
We walked out onto the beach where there were a number of small boats offering to take people along the coastal shore and then up into the Ría and to the flamingo colonies, for $200 pesos (about $18 US) per person. Wanting to possibly come back with our niece and nephews before renting a boat ride, we opted instead to watch the boats come and go from the vantage point of a small table in the sand at a beachside restaurant, along with a few cervezas. To our surprise and delight, each time we ordered a drink our waiter Beto would bring out small samples of seafood to accompany chips and spicy habanero salsa. First there was conch, then there was a first serving of crab ceviche and then crab still in the shell. Delicious!
Caminamos hasta la playa donde había una variedad de lanchas que también ofrecían llevar gente al área de los flamingos por unos 200 pesos/persona. Pensando que tal vez podríamos regresar otro día con los sobrinos antes de rentar una lancha, decidimos por observar las lanchitas desde una mesita en la arena fuera de un restaurante al lado del mar, junto con unas cervecitas. Una sorpresa bien recibida fue que cada vez que pedíamos cervezas nuestro mesero, Beto, nos traía unas botanas de mariscos junto con los totopos y salsa habanera picosa. Primero probamos el caracol, después una presentación de ceviche de jaiba y al final, bracitos de jaiba. Qué delicia!
Caminamos hasta la playa donde había una variedad de lanchas que también ofrecían llevar gente al área de los flamingos por unos 200 pesos/persona. Pensando que tal vez podríamos regresar otro día con los sobrinos antes de rentar una lancha, decidimos por observar las lanchitas desde una mesita en la arena fuera de un restaurante al lado del mar, junto con unas cervecitas. Una sorpresa bien recibida fue que cada vez que pedíamos cervezas nuestro mesero, Beto, nos traía unas botanas de mariscos junto con los totopos y salsa habanera picosa. Primero probamos el caracol, después una presentación de ceviche de jaiba y al final, bracitos de jaiba. Qué delicia!
Next to where we were sitting there were a few stands set up where women were busy making jewelry from beads of seashells, coconut, and even turquoise (brought in from out of town). Each table also had displays of wooden flamingos in various sizes, from magnets to fruit bowls.
Al lado de donde estábamos sentados había unos puestos de artesanía donde varias mujeres se ocupaban haciendo collares y braceletes con cuentas de coco, concha, y de turquesa (el último de estos venía de afuera). Cada mesa también presentaba una variedad de esculturas en madera de los flamingos, desde imanes hasta platos de fruta.
Un hombre que llevaba varias hamacas coloridas nos acercó y ofrecía sus productos así como una lección de hamacas. Miguel “Chucho” Guerra nos decía que él había estado vendiendo hamacas en las playas de Celestún durante los últimos 16 años, agregando que él y su esposa habían hecho las hamacas que se encuentran en las cabañas del hotel cercano EcoParaíso. Así mismo nos explicó que “hay hamacas y hay hamacas,” explicando la diferencia del estilo comercial de un hilo contra el estilo más resistente e intricado de tres hilos. Nos decía que la mayoría de las hamacas hoy en día son de algodón o de nylon, diciendo que los de nylon son mejor para el uso afuera donde reciben el sol. Posterior a nuestro curso de “Introducción a las hamacas,” Chucho nos demostró que podía darnos la misma lección tanto en inglés como en francés y nos pidió que dijéramos a todos que lo buscaban en las playas de Celestún. Su conocimiento del área, desde las playas de Celestún hasta las de Punta Allen en Quintana Roo, fue impresionante y nos dijo una manera más rápida de regresar a Mérida, la cual por cierto es un camino en mejor estado aunque en el mapa nada más es una línea azul que casi ni se ve.
A man carrying colorful hammocks came to our table offering his wares and a lesson in hammocks. Miguel “Chucho” Guerra told us he had been selling hammocks along the beaches of Celestún for 16 years, noting he and his wife had made hammocks used in the cabañas at the nearby hotel EcoParaiso. He went on to explain that “there are hammocks, and then there are hammocks” noting the difference of the more commercial one-thread weave vs. the sturdy and more intricate three-thread style. He explained most hammocks are now made with cotton or nylon, the nylon ones being better for outside use where they are exposed to the sun. After our course in Hammocks 101, Chucho demonstrated he could give us the same lesson in English or French, asking us to tell everyone to look for him along the beaches of Celestún. His knowledge of the area, including beaches stretching from Celestún to Punta Allen in Q. Roo was fascinating and he told us a shorter way to get back to Merida, which is also a much better road though only represented on the map as a thin blue line.
Un hombre que llevaba varias hamacas coloridas nos acercó y ofrecía sus productos así como una lección de hamacas. Miguel “Chucho” Guerra nos decía que él había estado vendiendo hamacas en las playas de Celestún durante los últimos 16 años, agregando que él y su esposa habían hecho las hamacas que se encuentran en las cabañas del hotel cercano EcoParaíso. Así mismo nos explicó que “hay hamacas y hay hamacas,” explicando la diferencia del estilo comercial de un hilo contra el estilo más resistente e intricado de tres hilos. Nos decía que la mayoría de las hamacas hoy en día son de algodón o de nylon, diciendo que los de nylon son mejor para el uso afuera donde reciben el sol. Posterior a nuestro curso de “Introducción a las hamacas,” Chucho nos demostró que podía darnos la misma lección tanto en inglés como en francés y nos pidió que dijéramos a todos que lo buscaban en las playas de Celestún. Su conocimiento del área, desde las playas de Celestún hasta las de Punta Allen en Quintana Roo, fue impresionante y nos dijo una manera más rápida de regresar a Mérida, la cual por cierto es un camino en mejor estado aunque en el mapa nada más es una línea azul que casi ni se ve.
A man carrying colorful hammocks came to our table offering his wares and a lesson in hammocks. Miguel “Chucho” Guerra told us he had been selling hammocks along the beaches of Celestún for 16 years, noting he and his wife had made hammocks used in the cabañas at the nearby hotel EcoParaiso. He went on to explain that “there are hammocks, and then there are hammocks” noting the difference of the more commercial one-thread weave vs. the sturdy and more intricate three-thread style. He explained most hammocks are now made with cotton or nylon, the nylon ones being better for outside use where they are exposed to the sun. After our course in Hammocks 101, Chucho demonstrated he could give us the same lesson in English or French, asking us to tell everyone to look for him along the beaches of Celestún. His knowledge of the area, including beaches stretching from Celestún to Punta Allen in Q. Roo was fascinating and he told us a shorter way to get back to Merida, which is also a much better road though only represented on the map as a thin blue line.
Our final stop in Celestún was for information at the Isla Pajaros Ecotourist park, which was actually closed for the week. We ran into Felipe, the park cooperative’s president, who was able to give a brief overview of what the center has to offer including guided walking tours along the Si’ibal ka’ax path, an observation tower, and a short canoe ride in the Ría.
Nuestra última parada en Celestún fue para pedir informes en el parque eco turístico Isla Pájaros, que se encontraba cerrado por la semana. Pero allí vimos a Felipe, presidente de la cooperativa que maneja el lugar, quien nos dio una pequeña presentación sobre lo que ofrece el centro incluyendo visitas guiadas por el sendero Si’ibal ka’ax, una torre de observación, y un viaje corte en canoa por la Ría. Después de comprar un librito que describe toda la flora de la región, seguimos las instrucciones de Chucho para llegar más rápido a Mérida, pasando por la ciudad de Uman, donde la cúpula de la iglesia San Francisco de Asís del siglo 18 se imponía por arriba de los frondosos y coloridos Tabachines que adornan el camino al pasar.
After purchasing a small booklet describing the flora of the region, we drove out following Chucho’s instructions for a shorter drive back to Merida through the town of Uman, whose cupula adorned 18th century church San Francisco de Asis towered high over the colorful treetops of Tabachines (Framboyan) decorating the roadway.
Uman, Yucatan |
Q entretenida he estado con su Blog!! Sta padrisimo!! Ya soy su Fan!! jejej
ResponderEliminarLes mando muchos salu2 y abrazos. ;)
Un viaje maravilloso. Qué buena arquitectura. El color azul es mejor, ¿No es verdad? PapaJoe
ResponderEliminarSomehow I start wishing I had panned a road trip to pick up my stuff in Vallarta. We´ll see if everything fits and if not, you so have to plan on going on that trip with me someday!
ResponderEliminarD
Gracias a todos x los comentarios! Dani, I'm up for a road trip w/you anytime - hope to see you soon! S
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