Once Plinio had received his mechanic degree from Dashayaro’s shop, one of the final touches on Sr. Calabaza while still in Merida was a new muffler. By Thursday afternoon, we were ready to leave Merida. Our goal was to make it to the capital city of Campeche, within the state of Campeche, approximately 2½ hours away when going about 65 mph (which we do not).
En cuanto Plinio se graduó de mecánico del programa intensivo de Dashayaro, el último toque para Sr. Calabaza era un mofle nuevo. Ya para el jueves, por la tarde, ya estábamos listos para salir de Mérida. Nuestro objetivo era llegar hasta el capital del Estado de Campeche, o sea la Cd. de Campeche a unas 2 horas y media de distancia (manejando a unos 100 – 120 kms/hora.. o sea, nosotros no llegamos a esta velocidad). Cuando Plinio llegó a la casa con Sr. Calabaza todos estábamos emocionados al escuchar el suave zumbido del motor aunque vimos que el cofre ya no cerraba bien, le pusimos una cuerda (bungee) y ya estábamos listos. Nos despedimos de Cynthia, Eric, y Aldair (Cindy ya se encontraba en la escuela) y subimos nuevamente a la carretera 180.
When Plinio pulled up to the house, we were all thrilled to hear the gentle hum of Sr. Calabaza’s engine though noted the front hood did not seem to latch. One bungee cord later, Sr. Calabaza was ready to roll. We said our goodbyes to Cynthia, Eric, and Aldair (Cindy was at school) and headed out again on Highway 180.
I have to admit both of us could sense each other’s nerves hanging in the air as we drove; were we going to make it to Campeche? Would Sr. Calabaza be pulled over again by the police since we were only driving with a permit – or rather, no license plate? Would we make it out of Yucatan? On the outskirts of Merida we came to our first police checkpoint, spoke with the officers, displayed our permit and were waved on. No problema! While still in Yucatan we became part of a snail-paced line of cargo trucks, commercial buses and cars, as tourism buses had blocked off one lane of traffic in protest to rising gas prices.
Tengo que ser honesta en decir que los nervios de ambos se sentían en el aire dentro del interior del Sr. Calabaza; íbamos a llegar a Campeche? Iba la policía a pararnos nuevamente por andar solo con el permiso – o sea como no llevábamos placas? Podríamos salir del Estado de Yucatán? En las afueras de Mérida pasamos el primer reten policiaco, hablamos con los oficiales, les mostramos el permiso y nos dieron luz verde para seguir nuestro camino. No problema! Estando todavía en Yucatán de repente nos encontramos en una línea de camiones, autobuses, y otros vehículos que iban a vuelta de rueda dado que unos autobuses de turismo habían cerrado un carril a tráfico en formar de protesta contra las alzas de gasolina.
Once traffic opened up again, we neared the Yucatan/Campeche state line and sailed through. We were in Campeche! The sun shone through clouds overhead as we drove forward into “Mexico’s hidden treasure.”
En cuanto volvió a abrirse el camino, nos acercamos a la línea entre Yucatán y Campeche y pasamos sin ningún retraso. Ya habíamos llegado a Campeche! El sol brillaba por las nubes mientras continuamos el camino por el “Tesoro escondido de México.”
The rain in Campeche that day first began to fall at about Pomuch, nearing the turn-off to the archaeological site of Edzna. We pulled over at a gas station and quickly set about putting the back windows on and making sure we had our rain gear ready, which consists basically of a zebra-striped squeegee, and two lightweight slickers we picked up on an Alaskan cruise years ago.
Este día las lluvias en Campeche empezaron cuando íbamos por Pomuch, cerca del entronque para ir hacía el sitio arqueológico de Edzna. Nos paramos en una gasolinera y rápidamente empezamos a instalar las ventanas de atrás y asegurar que teníamos nuestros elementos contra la lluvia a la mano, consistiendo en un jalador de agua pintado de cebra y dos chamarritas impermeables que habíamos comprado durante un crucero a Alaska hace unos años.
With the driver’s side windshield wiper in order, we continued on – though unless I grow a longer arm the squeegee doesn’t do much on the passenger’s side. Luckily, it appeared we were following the rain rather than driving toward it and found ourselves enjoying the clouds and lightning streaks up ahead.
Como ya contábamos también con un limpia-brisas del lado del chofer, continuamos, y a menos de que me crezca el brazo desafortunadamente no nos va a funcionar el jalador. Afortunadamente, parecía que íbamos siguiendo la lluvia y disfrutamos el cielo nublado iluminado por relámpagos en la distancia.
About 3½ hours after we had set out that day, when we reached the turn off to the city of Campeche, we veered right along a four-lane divided road winding along the Gulf of Mexico and straight to the city center. We were amazed after a few minutes of driving down this road when suddenly the trees gave way to a remarkable view of the Gulf on our right and a well-appointed pedestrian walkway and bicycle path along the entire length of the coastline. It was then that we, as well as everyone out for a nice afternoon stroll, were doused with a late afternoon Campeche rain – though not quite like our previous Yucatan monsoon experiences.
3 horas y media después de nuestra salida de Mérida, al llegar al entronque hacía la ciudad de Campeche fuimos a la derecha por un camino dividido en cuatro carriles que sigue la costa del Golfo de México hacía el centro de la ciudad. Nos quedamos asombrados cuando después de unos minutos en este camino de repente terminó la línea de árboles y se abrió a una vista impresionante del golfo a nuestra derecha así como un buen andador y camino para bicicletas que continua por toda la línea de la costa de la ciudad. En esto momento tanto nosotros como toda la gente que andaba caminando en el andador nos llegó una lluvia fuerte de la tarde Campechana – aunque no fue nada como los aguaceros yucatecos que ya conocíamos.
Driving through the streets of Campeche in search of our hotel (Hotel del Paseo on Calle 8), we marveled at the remaining parts of massive stone bastions and walls originally built to protect the city from pirate invasions in the 16th and 17th centuries. Near the cathedral by the main plaza, a group of tourism police gave us helpful directions to our hotel and looked astonished when we mentioned we wanted a hotel with secure parking – given that Sr. Calabaza’s alarm system is not quite operational – noting that in Campeche leaving your car on the street was not a safety risk.
Manejando por las calles de Campeche en busca de nuestro hotel (Hotel del Paseo en la calle 8) nos quedamos nuevamente fascinados con las murallas y baluartes que fueron construidos para proteger la ciudad de las invasiones de piratas durante los siglos 16 y 17. Cerca de la catedral en el parque principal, un grupo de policías turísticas nos ayudaron con direcciones para nuestro hotel y parecían sorprendidos cuando mencionamos que queríamos un hotel con estacionamiento seguro – dado que el sistema de alarma del Sr. Calabaza no está funcionando exactamente – nos dijeron que en Campeche era seguro dejar tu coche en la calle.
We made it to our hotel, parked Sr. Calabaza snugly into a corner, showered and went out to explore the central square – still glimmering in the dark from the earlier rainfall. We dined at La Iguana Azul, congratulating each other over a couple of Victorias about our successful arrival in this gem of a city, which curiously in 1999 was named a UNESCO World Heritage Site. Sr. Calabaza had made it safely into another state on our trip home to the beaches of Puerto Peñasco, Sonora.
Por fin, encontramos el hotel, estacionamos el Sr. Calabaza en una esquina, nos bañamos y salimos a explorar un poco del centro de la ciudad que todavía brillaba tenuemente por las lluvias que acababan de pasar. Cenamos en La Iguana Azul, felicitándonos uno al otro con unas Victorias por nuestra llegada exitosa a esta ciudad tan bella, que por cierto fue nombrada en 1999 como patrimonio de la humanidad por UNESCO. Sr. Calabaza había llegado sin problemas a otro estado de la Republica en nuestro camino hasta nuestro hogar en las playas de Puerto Peñasco, Sonora.
Sami, disfruto mucho como relatas su viaje hacia peñasco, sin lugar a dudas una gran aventura....saludos y buena vibra para el trayecto
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